Justo pedido para liquidar el corrupto monopolio de las telecomunicaciones
La Cámara de Anunciantes del Paraguay (CAP), a través de su titular Carlos J. Biedermann, propuso recientemente que el nuevo gobierno, si realmente tiene el objetivo de luchar frontalmente contra el gran desempleo reinante en nuestro país, debe proceder a la liberalización total del sector de las telecomunicaciones. Argumentó que actualmente el fenómeno de las comunicaciones es uno de los grandes componentes de lo que se llama "sociedad del conocimiento", lo cual es un factor muy dinámico de la economía, abarcando aspectos que van desde el uso de la telefonía (fija y móvil) hasta el internet con sus diversas aplicaciones.
Esta es, sin duda, una iniciativa oportuna y acertada de la CAP, que se hace eco de una justa aspiración de quienes desean que nuestro país esté a la altura de todos los países del mundo en materia de las telecomunicaciones. A causa del perverso monopolio estatal ejercido anteriormente por la desprestigiada y odiada Antelco y actualmente por su continuadora Copaco (Compañía Paraguaya de Comunicaciones), en el Paraguay las comunicaciones, en general, por décadas se han convertido en un antro de corrupción de todo tipo para beneficio de los gobernantes de turno, al tiempo de prestar un servicio caro y de pésima calidad en perjuicio de sus usuarios. Pero el peor perjuicio que produjo fue y es ser un obstáculo poderoso para impedir a nuestra sociedad el continuo avance de la tecnología que ellas posibilitan, impidiendo que esta maravilla del progreso del intelecto en el mundo sea accesible a la mayoría de nuestra gente, privando, además, al pueblo de decenas de miles de puestos de trabajo que tanto requiere.
Esta valla se constituye así en una de las causas principalísimas del vergonzante atraso generalizado en nuestro país de la cultura en general y de la economía en particular. Al respecto, basta mencionar que una vez que fue liberalizada la telefonía móvil, pronto se constituyó en uno de los sectores más dinámicos de la economía, dando ocupación a decenas de miles de personas, especialmente jóvenes, quienes de lo contrario hubieran estado ahora sin rumbo laboral alguno. Encontraron empleo y una forma de ensanchar el horizonte de sus posibilidades culturales, las que necesariamente traen aparejada la utilización de las nuevas tecnologías comunicacionales.
Frente a estas grandes realidades, el monopolio estatal de las telecomunicaciones por parte de Copaco solo ha traído corrupción y atraso. Casi todos los directores del ente estatal administrador de los últimos tiempos, así como algunos empresarios amigos vinculados a los negocios del sector, están sospechados de cometer delitos y están procesados.
Y lo peor, por su ineficiencia y corrupción, el Paraguay está perdiendo permanentemente oportunidades de inversiones de capitales extranjeros y, por ende, de empleos y de capacitación de su gente. Así lo atestigua una fuente de Rediex de reciente data, que da cuenta de que varios negocios de "call center" fueron ahuyentados precisamente por causa del monopolio que detenta Copaco, perdiéndose ¡¡¡tres mil puestos de trabajo!!! Es lamentable que a raíz del corrupto monopolio ejercido por Copaco en el área específica del Internet, nuestro país ostente el indignante último lugar en la región con conexión a este servicio, como se desprende del informe de la Capadi (Cámara Paraguaya de Internet): apenas 4% de su población tiene acceso, frente al 43% de Chile, que es el de más alto rango.
Esta lacerante y triste realidad debe ser reformada de raíz por el nuevo gobierno. Las grandes necesidades que carcomen los cimientos de este país obligan urgentemente a mostrar señales claras de que el Paraguay se subirá por fin al tren de la modernidad y la prosperidad.
Seguir con el modelo vigente implicará seguir apostando por la corrupción instalada en el seno del monopolio de Copaco, que enriquece a unos pocos, mientras priva injustamente al grueso de la población de oportunidades de negocios, de inversiones y empleos, de conocimientos y progresos individuales, lo que es sencillamente inaceptable en estos tiempos.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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