La crisis ética chilena
Resulta muy fácil extender el dedo y acusar a los corruptos o reconocer a los corruptos, aunque nadie haga nada, cuando se han robado millones de pesos y han huido del país, o tienen un claro conflicto de intereses; básicamente cuando trabajan o tienen alguna relación con la administración pública. Si un terreno fiscal o municipal se vende en menos de lo que cuesta, o si el amigo de alguien, mágicamente se adjudico algún proyecto o fondo concursable; cuando la falta a la ética y la moral es millonaria o muy notoria, la condenamos de inmediato.
De paso condenamos a todos los políticos por igual, cuando estadísticamente debe haber más de alguno honrado y verdaderamente honorable. Pero somos incapaces de ver la corrupción en nosotros mismos. Y lamento decirles que vivimos en un país de corruptos y aprovechadores, que nuestra falta de ética no se remite al Congreso, a la Moneda, o a los municipios; es solo que en ellos lo notamos más.
¿No? ¿Usted no es corrupto/a, ni poco ético/a?
Bueno, si tal vez usted se salva, estoy seguro de que conoce a un montón de gente que no se salva. Es que no nos damos ni cuenta, ni siquiera lo vemos como algo malo, sino como algo natural. No lo vemos como algo malo hasta que la corrupción pasa de cierto monto.
Por ejemplo, y son ejemplos bien simples y bien de la vida diaria. ¿Quién no le ha pedido a un amigo guardia que lo deje entrar gratis? ¿O que te deje entrar gratis aunque no sea tu amigo? ¿Quién no le ha pedido un trago gratis o con descuento a un amigo, o amiga, barman o garzón? ¿Entrar gratis a un amigo/a que trabaja en el cine? ¿Quién no le ha pedido a un amigo Carabinero que lo salve de un parte? (sólo el que no tiene amigos Carabineros) ¿Quién no ha pasado lukas por debajo, para que le aprueben la revisión técnica? Yo he visto trabajadores del MOP, que estaban arreglando una calle, dejarse sobornar por vecinos para ir a arreglar otra; pero eso es ya más extremo. El asunto es que buscamos la corrupción. Si tengo un amigo trabajando en algún sitio, busco la forma de sacarle un beneficio, sino para mí quizás para otro amigo; o por lo menos le pregunto qué beneficios "extras" está sacando él, y se los alabo.
En las vueltas de la montaña rusa que es la vida, yo he sido barman, garzón, guardia de seguridad, bodeguero en un galpón de Zofri, vigilante en el puerto; y siempre he tenido a más de algún amigo o conocido queriendo obtener algo gratis, o más barato. Ninguno lo vio como algo incorrecto. Ninguno pensó que había una empresa detrás que sufriría un menoscabo, por pequeño que fuera. Solo vieron una pequeña oportunidad, en un sistema que da bien pocas oportunidades reales.
¿Cuántos no hacemos lo mismo? ¿O aunque no conozcamos a nadie, simplemente si sabemos que "x" persona es corruptible, vamos para allá?
Somos corruptos como sociedad. Es parte de la decadencia del sistema de Mercado Libertino en el que vivimos. Aunque no la veamos, faltamos a ética tanto cuando nos robamos sobrecitos de azúcar en un local, como cuando sobornamos para acreditar una universidad; tanto cuando nos colamos en la fila, como cuando evadimos millones en impuesto. Y es que si nadie quiere perder ¿Por qué voy a perder yo? Pero el problema es que no lo reconocemos. Creemos que hay que ser político o millonario, o al menos funcionario público para ser corrupto; que los ciudadanos no debemos seguir ninguna norma de ética.
¿De dónde viene esta crisis de la ética y el honor nacional? Porque pillos hemos sido siempre, pero esto ya va más allá del clásico oportunismo chileno. Yo tengo 29 años, pero tengo claro que siempre hemos sido vivarachos y buenos para buscar beneficios. ¿Pero, por que ahora se ve tanto descaro.
En mi opinión son dos cosas. Primero el que el país este a cada rato más desigual y se le den menos y menos oportunidades a la gente. Si mis recursos son reducidos, tengo que hacerlos durar, y conseguir nuevos de algún modo ¿O no? Si algún ejecutivo ABC1 se queja de que la auxiliar o la secretaria se roban el confort o el azúcar ¿No sería mejor que repartiera mejor su riqueza?
Lo segundo, es que en mi opinión perdimos algo muy importante, un faro de la ética nacional que servía como ejemplo para todos. O que servían de faro y ejemplo para todos en realidad. Perdimos los COLEGIOS PROFESIONALES.
¿Qué otra cosa era un colegio profesional sino un tribunal de ética, de la profesión en cuestión? Era su deber velar por la buena praxis, por la práctica ética de las profesiones. Cualquiera se podía acercar a un colegio profesional con quejas sobre un colegiado, y ser escuchado. Y bueno, todos los profesionales debían estar colegiados, si finalmente en muchos casos la universidad otorgaba el grado de licenciado, y el título profesional lo otorgaba el colegio; por eso la gente podía decirse "colegas". Tanto así que la máxima sanción era la expulsión del colegio profesional, y si eso pasaba, o no podías ejercer más, o te costaba mucho volver a ejercer. Así que todos debían comportarse, llevar una vida acorde con la profesión, tratar con ética a sus clientes o pacientes y demás colegas.
Pero, como la oferta de servicios profesionales a una demanda de servicios profesionales, ES UN MERCADO, y en dictadura se decidió que el mercado no debía estar regulado, ni siquiera por los pares profesionales y de forma democrática; los colegios fueron transformados en Organizaciones Gremiales, sin poder sancionador alguno, a las cuales el profesional puede decidir si se colegia (une) o no.
¿El que es corrupto, y se sabe corrupto, querrá estar colegiado?
Y cuando un joven, o alguien que no pudo ser profesional, ve el comportamiento poco ético, o de plano inmoral, de un profesional, hecho y no tan derecho, ¿Cómo afecta eso su decisión diaria de hacer lo correcto? Hey, puede que el crecimiento económico por chorreo no funcione, pero el chorreo de la corrupción sí. El ejemplo que le queda al joven es sencillo "Voy a ser profesional para hacer lo mismo" si es que no "Ah que es weon, cuando yo sea profesional voy a ser más corrupto y a ganar más plata". El ejemplo que le queda al no profesional es "Si el jefe lo hace, no puede ser tan hipócrita de decirme a mí que no lo haga". Y entonces la falta de ética se vuelve contagiosa, epidémica.
Le podría sumar latamente el cómo miente, engaña y estafa la publicidad en televisión, en internet y en general; a los niños sobre todo. Pero si existiera un Colegio de Publicistas, definitivamente tendrían más ética, ósea, no mentirían, engañarían y estafarían tanto.
Así que quedamos en que, los políticos lo hacen, los poderosos lo hacen (políticos o no) los profesionales lo hacen, los no profesionales lo hacen; al final es todo Chile, "todos juntos con los Jaivas". Cada cual en la forma que puede, y en la cuantía que alcance. Porque en Chile no queda ni un solo tribunal de ética, con poder sancionador; cuando antes teníamos varios. ¿Quién nos dice que es correcto y que no? ¿Quién tiene el poder moral de decirlo? Ahora queda a conciencia de cada cual, y no creo que todos pasemos un examen de conciencia.
¿Cómo me enfrento al mal profesional, que me provoco un daño, si este no está colegiado?
Para salir de esta crisis, la cual considero innegable, creo que debemos hacer dos cosas. Primero dejar de ver la paja en el ojo ajeno; entender que eso que hacen los políticos sinvergüenzas, y los poderosos ricos sin escrúpulos, y que nos molesta tanto, también lo hacemos nosotros; puede que en menor medida, pero lo hacemos igual. Y ya que nos molesta tanto cuando ellos lo hacen, no hacerlo más nosotros; vale decir romper el círculo viciosos.
La segunda, es terminar con este cáncer que nos dejo la dictadura. Devolverle a los colegios profesionales el poder y la posición que tenían antes, para que velen por el correcto desempeño de su profesión. Volver a encender el faro que nos diga "esto se hace, esto no se hace". Volver permitir que todo aquel que no cumpla con su ética profesional, sea suspendido o expulsado de la profesión. Devolvámosle la responsabilidad a este país en donde nadie se hace cargo de nada. Cortemos de raíz a todo mal profesional que deshonra buenas y honorables profesiones. O por último, empecemos a exigirles a los funcionarios públicos el estar colegiados, para poder desempeñar legítimamente su cargo.
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Rodrigo González Fernández
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